AMORES QUE MATAN - CELOS PATOLÓGICOS Y DELIRIO CELOTÍPICO

Estoy seguro que en más de una ocasión usted ha observado en los periódicos o a través de la televisión y el internet alguna noticia sobre un crimen pasional; hombres o mujeres que asesinan bajo el escudo del amor y lo toman como su mejor arma y excusa para segarle la vida a la persona con quien alguna vez unieron su vida, sus sueños y sus anhelos, pero ¿cómo es esto posible? ¿Qué los motiva? ¿Hasta dónde pueden empujarlos los celos? ¿Qué haría usted si su pareja le fuera infiel? ¿Mataría por amor?

Los celos son un fenómeno universal, realmente no son exclusivos de los seres humanos, muchos animales son capaces de demostrar conductas celosas. El significado de la palabra celos es “cuidar con esmero”, sin embargo muchos se lo toman en serio, son excesivos en ello y pueden llegar a desarrollar celos destructivos. Algunos sociales o culturales pueden influir en su aparecimiento potencial.

CONCEPTO

El término es de uso común, nos referimos a los celos como sinónimo de conductas generadas por distintos motivos que tienen como denominador común la existencia de tres elementos esenciales: el sujeto celoso, el objeto (persona, animal o cosa) celado y el otro sujeto que pretende poseer este objeto. Ni en el diccionario se ofrece un concepto exacto, se menciona como el impulso íntimo que promueve buenas obras o como recelo que uno siente de cualquier afecto o bien que disfrute o pretenda llegue a ser alcanzado por otro. Sin embargo, el fenómeno de los celos es mucho más complejo que sus propias definiciones académicas. Si hacemos asociaciones de palabras simples alrededor de la palabra celos aparecerán conceptos como envidia, pertenencia, posesión, fidelidad, egoísmo, orgullo, desconfianza, obsesión y creo que muy pocas personas los relacionarían con el amor.

Uno de los mejores ejemplos se encuentra en la Biblia, cuando Caín mató a su hermano Abel porque el Señor miró con agrado a Abel y sus ofrendas, pero de Caín y de las ofrendas suyas no hizo caso, por lo que Caín se irritó sobremanera y decayó su semblante (Génesis 4,5). Si analizamos este pasaje podremos apreciar que existe envidia, pero también celos. Caín consideraba que el agrado del Señor era de su pertenencia, que le correspondía a él.

Así veremos que la pertenencia del bien, poseído o apetecido, es incuestionable para el celoso. El bien material o inmaterial es suyo, quien aspire a él se convierte en su enemigo. El celoso patológico no consciente que su esposa ame y sea amada por su propia madre. En el caso de los celos de pareja, el celoso teme que ésta quiera ejercer opción de libertad porque supondría una gravísima infidelidad que no solo dañaría su amor sino su orgullo. La desconfianza que se genera, la susceptibilidad del individuo celoso y su obstinación desencadenan su conducta. Además, el orgullo, la desconfianza y la rigidez se consideran criterios de conductas paranoides.

ORIGEN

Los celos se han definido como una emoción compleja (Sommers, 1988) y los celos patológicos serían un trastorno de esta emoción. En ellos, partiendo de una alteración afectiva (emoción anormal) se ponen en marcha conductas moldeadas por este estado afectivo en las que los pensamientos, impulsos, percepciones y todas las funciones psíquicas en general se alteran profundamente, pero solo en relación con la emoción perturbadora, es decir, conservando plena normalidad de criterio para todos aquellos temas que no se refieran a los celos. Es absolutamente cierto que cualquier ser vivo capaz de generar un sentimiento de propiedad sea capaz de adoptar una conducta celosa.

Si bien hasta este momento puede deducirse que el sentimiento de los celos es innato, no cabe duda que determinadas conductas lo estimulan y fomentan, mientras que otras tienden a minimizarlo. Los celos obedecen en su desarrollo a factores socio culturales, a estas condicionantes tienen que agregarse factores individuales como características de la personalidad y nivel de autorrealización.

CELOS AMOROSOS

Antes de iniciar debo hacer mención de los celos infantiles, que también pueden ser patológicos, pero no se incluirán en este apartado porque no corresponden a la naturaleza del artículo. Ahora bien, cuando nos referimos a adultos y adolescentes la palabra celos nos hace pensar de inmediato en un sentimiento y en una conducta de un miembro de la pareja con respecto al otro. Sin embargo, la existencia de otros referentes celosos (profesionales, sociales, artísticos, etc.) obliga a adjetivar los celos de pareja como amorosos, sexuales o románticos.

La persona celosa, hombre o mujer, se siente poseedor absoluto y exclusivo del otro miembro de la pareja. Esta actitud no supone por fuerza, reciprocidad, el celoso puede permitirse (y de hecho muchas veces se permite) para si mismo libertades de las que no toleraría al otro. Para el celoso, la persona apetecida no debe ser apetecible a nadie más. Si bien, lo común es que el individuo celoso lo esté en función de creer en un acontecimiento actual, no es rara la existencia de celos retrospectivos o pasados y con menor frecuencia prospectivos. En el primer caso, el sujeto sufre porque su actual pareja ha amado y fue amada, es decir, a su entender ha pertenecido a otra persona. A veces, para desencadenar una reacción celosa basta con mencionar el nombre o el casual encuentro con esta persona o con alguien o algo relacionado a ella, en ocasiones no importa que la otra persona ya no exista físicamente. Los celos prospectivos se refieren al temor que en un futuro se produzcan situaciones que, a juicio del celoso, los justifiquen, así por ejemplo, una mujer puede atormentarse y atormentar al esposo prediciendo que cuando ella sea más vieja y menos atractiva, él pueda buscar otra.

Las conductas celosas se originan muy a menudo tras la ruptura de la pareja. El sujeto que se siente abandonado tiende a pensar que esta situación viene determinada por la aparición de un tercer personaje y reivindica, a veces peligrosamente, sus derechos a quien supuestamente ha motivado la ruptura. Otros estudios han demostrado que la infidelidad sexual del compañero causa en la mujer menor alteración que su infidelidad emocional, por el contrario, el hombre se siente mucho más afectado por cualquier aproximación sexual de su pareja con otra persona.

En su forma menor o más simple, los celos no pueden considerarse patológicos e incluso pueden tener aspectos positivos. Un mínimo temor a perder lo que amamos puede inducirnos a cuidarlo mejor, tenerle más atenciones, procurar su bien. Esta dedicación celosa es agradecida por la pareja, en algunos casos su inexistencia se vive como señal de desamor, en el fondo es como decir “si mi pareja teme perderme es porque me ama y me valora.”

CELOS PATOLÓGICOS Y DELIRIO CELOTÍPICO

Resulta difícil saber en qué momento un sentimiento celoso se convierte en patológico. El sufrimiento no es una condición suficiente, aunque si necesaria para otorgar el calificativo de patológica a una vivencia de celos. Cuando la situación que ha despertado los celos se instala permanentemente en la mente del sujeto, desplazando otros sentimientos o prevaleciendo sobre los demás es cuando cabe hablar de celos patológicos. El comportamiento inducido por los celos es muy variable, dependiendo de la personalidad de quien los experimenta, de su nivel de autocrítica y de la intensidad del fenómeno. Como le ocurre al obsesivo, el tema se hace omnipresente, disminuyendo su capacidad de concentrarse en pensamientos alternativos. En estos casos, sobre todo durante los períodos iniciales del trastorno, el sujeto es capaz de controlar su conducta, respetan el trato correcto tanto con el que considera su rival como con la persona que goza u otorga el favor que él cree merecer. El sufrimiento es interno y las manifestaciones externas pueden ser paradójicas. Con el pasar del tiempo, o a veces desde el principio, el celoso expresa claramente sus sentimientos procurando desprestigiar al rival, sea este el presunto seductor de su amada (o), sea el receptor del trato o de los beneficios, que a su juicio solo a él corresponderían. A partir de este punto no solo sufre el celoso, sino también aquellos que son objeto de sus celos, el cónyuge que es acusado y muchas veces maltratado o el rival que es criticado, difamado o acosado despiadadamente.

La vivencia celotípica puede hacerse plenamente delirante. Esto ocurre cuando la convicción es incontrovertible, cuando la seguridad absoluta de que la realidad es tal como el sujeto la vive y ningún razonamiento, ninguna evidencia objetiva, la modifican en lo más mínimo. En estos casos, que hay que admitir que constituyen un trastorno grave.

Hasta aquí hemos contemplado los celos como un desarrollo psicopatológico, pero debe tomarse en cuenta la presencia de trastornos celotípicos en sujetos con alteraciones cerebrales, fundamentalmente de origen tóxico o degenerativo, más raramente traumático. Entre los alcohólicos crónicos son sumamente frecuentes las conductas celosas, principalmente celos amorosos. Estos sujetos cometen actos de violencia, no sólo cuando están ebrios sino también en períodos de abstinencia.
Conductas similares pueden presentarse en personas con daño cerebral, tumorales, vasculares o traumáticos, abuso de drogas, etc.