"... todavía quedan más pistas por descubrir."

martes, 20 de marzo de 2012

UN GRITO DE AYUDA: SUICIDIO INFANTIL



Es muy importante tratar este tema, sobre todo porque durante las últimas semanas se ha presentado un repunte en el número de casos a nivel nacional. Según estadísticas, cada año se reporta un promedio de 20 casos de suicidio de niños o adolescentes, y es preocupante observar que durante los primeros tres meses de este año se reporta casi la mitad de esa cifra. Y es que realmente, este problema no afecta solamente a nuestro país, sino también a toda Latinoamérica.

Aparentemente, el suicidio resulta como consecuencia de la depresión extendida en tiempo e intensidad, acrecentada por la falta de tratamiento o de atención. Sin embargo, es importante hacer notar que el intento suicida en los niños no siempre se relaciona con la depresión o con trastornos del estado de ánimo, sobre todo porque los niños aún no han desarrollado un sistema de control de sus impulsos y no toleran adecuadamente la frustración de sus deseos o intenciones. En muchas ocasiones, el intento suicida (se consume o no) puede ser un acto impulsivo, cargado de angustia y desesperación, ante un castigo severo por parte de los padres o encargados y no necesariamente se produce en respuesta a un momento de depresión.

Es de todos conocido que uno de los factores principales se encuentra el ambiente ene le cual se desarrolla el niño, además la familia es un punto de gran relevancia en el desarrollo de las ideas suicidas o bien en el comportamiento suicida. Como parte de todo esto, debemos prestar atención a la psicopatología de los padres, al comportamiento agresivo en el entorno familiar, así como dependencias de sustancias como el alcohol o las drogas (por parte del niño o de los padres), que podrían causar cierta predisposición en el menor a desarrollar tendencias de tipo suicida. Según la literatura consultada, entre los factores de riesgo más frecuente se encuentran:

• Desintegración familiar.
• Psicopatología de los padres.
• Pérdida de uno de los padres.
• Intentos suicidas previos.
• Exposición prolongada a eventos estresantes.
• Aislamiento social.

Otro dato importante de resaltar es que según estudios realizados, las personas con historia de abuso sexual en la infancia o maltrato infantil son tres veces más vulnerables a convertirse en depresivas o suicidas durante la adolescencia o la adultez.

Con todo lo anterior y observando la realidad de nuestro países ¿tienden nuestros niños y adolescentes al suicidio? Por supuesto que sí. Y en el caso de países con altos índices de violencia como el nuestro es aún peor. Es por ello que mientras más crece la violencia, más se casos como éstos salen a la luz.

¿Cuáles son los síntomas?

Pueden ser muy variados, pero algunos de los más sobresalientes son:

• Cambios en el régimen alimenticio o de sueño.
• Aislamiento del círculo de amigos y familiares.
• Abuso de alcohol o drogas.
• Abandono del cuidado personal.
• Aburrimiento persistente y dificultad académica, principalmente en su concentración.
• Quejas frecuentes de dolor de cabeza, estómago, cansancio, etc.
• Comentarios frecuentes con respecto a “todo sería mejor si yo no estuviera” o “cuando yo me vaya”.
• Hablar acerca de la muerte o estar mucho tiempo con personas que han sufrido un muerte cercana.
• Regalar objetos favoritos sin un motivo aparente.

Todos los síntomas anteriores pueden guiarnos para prestar especial atención a los niños y actuar inmediatamente. Algunas señales de mayor riesgo de un suicidio en un niño se pueden identificar cuando el niño habla de muerte con un plan suicida bien organizado y que puede llevarlo a la muerte, además puede tener establecido el lugar, la hora, el día y hasta el instrumento que utilizará.

¿Por qué se desarrolla la conducta suicida en los niños?

Según se ha establecido, los niños que se encuentran por debajo de los 5 o 6 años tienen un concepto muy “rudimentario” de lo que es la muerte, por lo que resulta casi improbable que sea partícipe activo de la muerte. En esta etapa, la muerte se presenta como una persona con buenas o malas intenciones o bien como un lugar desagradable o apacible. También a estas edades es común que la muerte se asocie a la vejez y a las enfermedades. Por encima de esa edad, se comienza a considerar a la muerte como un suceso inevitable y universal, llegando el niño o niña a la conclusión de que todas las personas, incluyéndolo a él, tienen que morir.

Junto al concepto de la muerte se desarrolla el de suicidio. Por lo general, los niños han tenido alguna experiencia sobre el tema mediante la visualización de este tipo de acto en la televisión o bien a través de algún familiar cercano fallecido. Otras veces, el concepto se adquiere mediante diálogos con compañeros de su propia edad que han tenido familiares suicidas o por conversaciones que escuchan de los adultos. En sus concepciones sobre el suicidio, en el niño se entremezclan creencias racionales e irracionales, articuladas y lógicas, poco coherentes y comprensibles.

Existen niños y niñas que adquieren ambos conceptos, muerte y suicidio a una edad más temprana y otros más tardíamente, creyendo estos últimos que la muerte es una continuidad de la vida o que es un estado parecido al sueño del cual es posible ser despertado. En la infancia, como es lógico de suponer, los factores de riesgo suicida deben ser detectados principalmente en el medio familiar. Como se mencionó anteriormente, por lo general el entorno familiar es desastroso, pues no hay un funcionamiento adecuado de sus integrantes y no se respetan los roles o papeles que deben desempeñar cada uno de sus miembros.

En muchos de los casos, alguno de los progenitores padece alguna enfermedad mental, entre ellas, por su frecuencia, alcoholismo paterno y depresión materna. El alcoholismo paterno es sufrido por todos los miembros de la familia, pues este problema involucra a cada uno de los integrantes, ya sea a través de la violencia física, psicológica, actos suicidas, problemas económicos, etc.

La depresión materna, además del peligro suicida que conlleva, se convierte en un estímulo para el pesimismo, desesperanza, sensación de soledad y carencia de motivación. A todo ello se deben agregar las situaciones de maltrato porque la madre no juega el rol que debe desempeñar.

Otro factor de riesgo suicida de importancia es la presencia de conducta suicida en alguno de los progenitores. Aunque no está demostrado que el suicidio está determinado genéticamente, es un hecho que el suicidio puede ser imitado, principalmente por las personas jóvenes. En otras ocasiones se transmite la predisposición genética no para el suicidio, sino para alguna de las enfermedades en las que este síntoma es frecuente. Entre estas enfermedades se encuentran las depresiones y las esquizofrenias en cualquiera de sus presentaciones clínicas.

Las relaciones entre los padres y sus hijos pueden convertirse en factores de riesgo de suicidio cuando se encuentran sujetas al maltrato y abuso sexual, físico o psicológico. La violencia contra los niños y las niñas en cualquiera de sus formas es uno de los factores que dificultan el desarrollo de la personalidad, contribuyendo a la aparición de rasgos en ellas que predisponen a la realización de actos suicidas. En otras ocasiones, las relaciones están caracterizadas por todo lo contrario, es decir, por sobreprotección, permisividad y falta de autoridad, todo esto conspira contra el desempeño adecuado de la personalidad de los niños, quienes se tornan caprichosos, demandantes, poco tolerantes, manipuladores y egocéntricos.

¿Cómo se maneja este problema?

La atención psicoterapéutica a una crisis suicida infantil debe ir dirigida a la sensibilización de padres o tutores para que tomen conciencia de los cambios ocurridos en el niño o la niña, que presagian la ocurrencia de un acto suicida. Hay que insistir con ellos en el control de los métodos mediante los cuales el niño pueda autolesionarse y resguardar las sogas, cuchillos, armas de fuego, combustible, sustancias tóxicas y otros venenos, etc.

Se debe investigar con precisión por qué intentaba suicidarse el niño, pues no necesariamente es del deseo de morir el principal móvil, aunque sea el de mayor gravedad. Los deseos de llamar la atención, petición de ayuda, necesidad de mostrar a otros la gravedad de sus problemas, pueden ser algunos mensajes enviados a través de un acto suicida.

La actitud de la familia ante el intento de suicidio infantil constituye un dato de gran importancia cuando sea posible hay que evaluar la capacidad que tienen los padres y las madres para comprender y modificar los factores de han predispuesto el intento de suicidio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario