"... todavía quedan más pistas por descubrir."

domingo, 11 de diciembre de 2011

ANÁLISIS PSIQUIÁTRICO Y DELICTIVO DEL PARRICIDIO



El parricidio es un delito poco frecuente, sin embargo no deja de sorprendernos por la magnitud y conmoción que causa dentro de nuestra sociedad. En Guatemala, se considera como un acto antijurídico, imputable al culpable y sometido a condiciones objetivas de penalidad.

El autor Guillermo Cabanellas nos indica que “el parricidio es la muerte criminal dada al padre y por extensión… quedando comprendidos en el concepto de matricidio, el filicidio, el conyugicidio. También el delito se configura por la muerte dada a ascendientes o descendientes.”

Gramaticalmente, el parricidio es el delito que se comete por el que da muerte a sus padres, hijos o a cualquier otro de sus descendientes a ascendientes, conyugue o con quien hace vida marital.

Revisando someramente el Código Penal guatemalteco se establece que el parricidio se divide en propio e impropio. El primero ocurre cuando se le da muerte al ascendiente por parte del descendiente y la de este por aquel. El parricidio propio es dividido en directo (muerte del ascendiente por el descendiente) y el inverso (cometido por el ascendente en la persona del descendente). El parricidio impropio es cuando ocurre la muerte del conyugue o de algún pariente cercano. Dentro de la mayor parte de legislaciones el parricidio propio es el aceptado.

Existe uniformidad en lo relativo a que la mayor parte de las distintas legislaciones han sancionado de manera muy severa la muerte de ascendientes por los descendientes. No importando cuáles sean las raíces verdaderas del parricidio, la voz del mismo ha sido siempre de utilidad para la señalización correcta del derecho en relación a la problemática de atentar contra la vida humana.

Un poco de historia

El parricidio es un delito existente a lo largo de la historia humana, por lo que basta con revisar los datos históricos y literarios para encontrarlo. En la antigüedad, el concepto de parricidio se aplicaba sólo a la muerte del padre de una familia, pues no se consideraba delito, por ejemplo, que un padre diera muerte a sus hijos, entendiéndose que éstos eran propiedad natural del jefe de familia. Más tarde se impondrían limitaciones al poder del patriarca, convirtiéndose entonces en delito el dar muerte a la propia madre, hijos o hermanos. Se agregan a la definición a partir de mediados del siglo primero a.C. la muerte de cualquier ascendiente, descendiente, colaterales hasta cuarto grado, esposa, esposo, suegros, yerno, nuera, padrastro, hijastro o patrón, sin embargo, éste último caso dejó de constituirse como parricidio al instituirse las leyes laborales.

Es importante destacar, que en la Edad Antigua y en la Era Medieval, el homicidio a la esposa adúltera era permitido en algunos códigos. La exención anterior fue desapareciendo desde aproximadamente inicios del siglo XII d.C. De igual forma, históricamente, el parricidio se considera de mayor gravedad que el homicidio al momento de condenarlo penalmente. En la actualidad, el Código Penal de Guatemala, Decreto número 17-73, del Congreso de la República de Guatemala nos indica que: “Quien, conociendo el vínculo, matare a cualquier ascendiente o descendente, a su conyugue o a la persona con quien hace vida marital, será castigado como parricida con prisión de 25 a 50 años. Se le impondrá pena de muerte, en lugar del máximo de prisión, si por las circunstancias del hecho, la manera de realizarlo y los móviles determinantes se revelare una mayor y particular peligrosidad del agente.”

Características psiquiátricas del parricida

Según la literatura internacional se han encontrado ciertas características comunes entre los parricidas, dependiendo de la situación específica en que el delito se comente, como la edad, sexo del victimario y el tipo de víctima. Al mezclar los distintos factores antes mencionados se configuran diferentes perfiles probables de parricidas.

Una de las grandes diferencias que se realizan al hacer las descripciones de perfiles parricidas, tiene relación con el género del agresor, según los estudios, la gran mayoría de los parricidas son varones, observándose tasas de hasta un 92% con una razón de 6:1 entre hombres/mujeres.

Dentro de los hombres parricidas, el perfil de mayor frecuencia, serían adultos en los que existe una alta prevalencia de patología psiquiátrica, en especial esquizofrenia y consumo de drogas o alcohol. Según un estudio realizado, el perfil de un parricida adulto correspondería a: un varón joven, soltero, desempleado, que vive con la víctima, sufre de esquizofrenia y abusa de alcohol y drogas, quien ha suspendido el tratamiento, y posee antecedentes previos de conductas ilegales. En casi todos los estudios se demuestra una alta prevalencia de psicosis (desde 40%) en parricidas, y por otro lado, este delito representaría hasta un 30% de los homicidios cometidos por personas psicóticas.

Según otros estudios, entre las principales patologías psiquiátricas relacionadas al parricidio se encuentran: esquizofrenia paranoide (56%), trastorno bipolar psicótico (13%) y trastorno esquizoafectivo (8%). Además hasta un 45% tendría trastorno o rasgos de personalidad narcisista.

La mayoría de estos pacientes no estaba bajo tratamiento al momento del crimen (más del 90%), ya sea porque ellos mismos suspendían los fármacos o porque no habían sido diagnosticados.

Un segundo tipo de perfil parricida, aunque menos frecuente que el anterior, correspondería a sujetos adolescentes en tres posibles situaciones psicosociales: el niño gravemente maltratado, el niño que tiene una enfermedad mental grave, como psicosis o retardo mental y el niño peligrosamente antisocial.

Dentro de los grupos anteriores, el más importante es el niño maltratado, quien comete parricidio en defensa propia, en el contexto de una situación de abuso. En estos casos es más probable que los adolescentes cometan el acto solos y en situaciones en que los padres estén desprevenidos (durmiendo, sentados viendo televisión, etc.).

Los adolescentes parricidas con enfermedad mental grave o trastorno del desarrollo de la personalidad de tipo antisocial serían extraordinariamente poco frecuentes, por lo que los parricidios estarían más bien en contextos de familias severamente disfuncionales y con maltrato crónico.

Cuando los estudios se refieren a parricidas mujeres, se las caracteriza más bien como matricidas (dar muerte a la madre). Según un estudio encontrado en la literatura consultada, de 17 parricidas mujeres, 82% habría matado a su madre, 65% de ellas estaba cursando un cuadro psicótico, y 17.6% tenía un trastorno de la personalidad. En el mismo estudio, las descripciones hablan de mujeres solteras, de edad media (matricidas edad promedio de 39.5 y patricidas de 21.3 años), viviendo solas, socialmente aisladas, con una madre dominante y con una relación simbiótica. Destacaba que dentro de las tres patricidas (asesinato del padre), dos cometieron el acto sin patología psiquiátrica y contra padres violentos.

El matricidio es un delito en extremo infrecuente. En general se observa que los homicidios dirigidos contra las madres los comenten casi en su totalidad individuos psicóticos, por lo tanto, si se consideran sólo parricidios cometidos por psicóticos, el número de madres muertes es igual o incluso un poco mayor que el número de padres.

Pero ¿Qué hay de los padres que matan a sus hijos?

La literatura internacional es muy amplia en la caracterización del filicidio materno, catalogando como neonaticidio la muerte de un hijo en las primeras 24 horas, infanticidio cuando el nuño tiene entre un día y un año y filicidio para los mayores de un año.

El neonaticidio es cometido principalmente por mujeres, madres jóvenes, en su mayoría sin patología psiquiátrica, pero en contextos socioeconómicos adversos tales como: embarazo no deseado, ser madre soltera, vivir aún con sus padres y presentar serias dificultades financieras. El resto de las madres, ya sean infanticidas o filicidas, en general son casadas o están viviendo con su pareja, presentan patología psiquiátrica importante, especialmente de la esfera anímica, incluida la depresión y la psicosis post parto.

Además, en los casos de filicidios o infanticidios habría otras causas relacionadas al hecho, como enfermedades del hijo o problemas maritales. También se ha visto que la mayoría de las madres consumiría alcohol y/o cocaína antes y después del parto. Otra causa, pero infrecuente es el síndrome de Munchausen por poderes. Es de vital importancia sospechar y descartar el infanticidio (en este caso entre un día y un año) en los casos en que los menores fallecen por síndrome de muerte súbita del lactante entre otros síndromes de muerte sin causa, puesto que los lactantes tienen un riesgo 4 veces mayor que la población general de ser víctimas de homicidio.
Una clasificación que agrupa a las madres que matan a sus hijos, y que sintetiza lo expuesto anteriormente, es la que han hecho autores como Resnick y D’Orban y que tipifica a estas mujeres en cinco grupos.

• Las neonaticidas.
• Las filicidas altruistas (asociado a suicidio para liberar a sus hijos de sufrimiento real o imaginario).
• Las filicidas con trastorno mental agudo (psicóticas).
• Las filicidas accidentales (maltrato, homicidio no intencional).
• Las filicidas de niños no deseados.
• Las filicidas por venganza conyugal (Síndrome de Medea).

Sin embargo, algunos autores han encontrado limitaciones a este clasificación por su subjetividad y han aparecido nuevas clasificaciones que se basan no sólo en la motivación sino también en la intencionalidad y la enfermedad mental.

Bourget y Gagné propusieron los siguientes tipos de madres filicidas:

• Las que presentan una patología mental (el hecho puede ser realizado con o sin intención).
• Las que maltratan de forma fatal (hecho accidental).
• Las filicidas por venganza conyugal (hecho intencional).
• Las altruistas (intencional).
• Y otras no especificadas.

Para las anteriores se debe especificar si el delito se asocia a suicidio, abuso de sustancias y si era predecible o no. Con respecto al filicidio cometido por padres no existe evidencia concluyente para decir si este sería más, igual, o menos frecuente que el filicidio materno. También resulta controversial si éste sería o no parte de violencia intrafamiliar. Se han observado en este grupo altas tasas de suicidio posterior al acto (60-80%) y en la mayoría de ellos, la presencia de trastornos depresivos al momento del hecho. Un tercio estaría cursando un episodio psicótico al momento del ataque, especialmente aquellos que dan muerte a todo el núcleo familiar. Cabe señalar como dato de importancia que los padres adoptivos cometerían más filicidio que los padres biológicos.

Según las leyes guatemaltecas, el delito del parricidio se clasifica de la siguiente manera:

Según la gravedad: cuando se lesiona un bien jurídico esencial, que debe ser protegido por la norma, siendo el bien la vida, debe de sancionarse por las autoridades judiciales.
Atendiendo a la conducta del agente: este puede clasificarse de la siguiente forma.
o De acción: el delito es llevado a cabo por el parricida mediante una serie de movimientos materiales o corporales.
o De omisión: ocurre por el incumplimiento de la obligación del sujeto activo de llevar a cabo una acción impuesta por la ley, que por dicho incumplimiento entonces provoca un resultado.
En relación al daño ocasionado:
o De lesión: debido a que con su realización, se acaba con el bien jurídico más importante que es la vida humana.
Por el resultado obtenido:
o Materialmente: se considera como un delito de orden material debido a que el resultado obtenido no es reversible.
Por su duración:
o Instantáneo

Comentarios finales

El parricidio es un hecho impactante, que genera múltiples repercusiones en la sociedad, afortunadamente corresponde a un delito poco frecuente. Sin embargo, aunque sea de baja frecuencia en la población general, es un hecho relativamente mayor entre los pacientes psiquiátricos, siendo para el médico psiquiatra y los trabajadores de salud mental de suma relevancia el conocimiento de este tema, tanto para el tratamiento de estos pacientes una vez ocurrido el hecho, como para la identificación y posible prevención de dichos actos.

Entre los conocimientos básicos que se deberían considerar en la práctica psiquiátrica y psicológica está la existencia de diversos tipos de sujetos que pueden cometer parricidio. Por lo tanto, resulta necesario y pertinente observan en los pacientes datos como: descompensaciones psicóticas de distinto origen, incluyendo la descontinuación de la terapia farmacológica, pobre red social de apoyo, uso de sustancias y desempleo.

En el caso de los adolescentes y niños, evaluar la existencia de maltrato crónico por sus padres u otros cuidadores. En las mujeres reparar en las alteraciones anímicas graves, y principalmente las patologías del post parto.

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